lunes, 22 de noviembre de 2010

ROMANTICISMO. ESPAÑA. SIGLO XIX. BÉCQUER


El punto de partida de la poesía moderna española son las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), publicadas en 1871.
            La originalidad de su poesía se aprecia más claramente al compararla con las otras poéticas de Campoamor o Núñez de Arce. Este es un fragmento del propio Bécquer al distinguir los dos tipos de poesía:

Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación
y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que se mueve
con cadenciosa majestad […] Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma
 como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye,
y desnuda de artificio, desembarazada dentro  de una forma libre, despierta con
una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía […]


            La segunda, la poesía de Bécquer, no nace de las ideas, sino de un misterioso proceso creador más semejante a una visión y que, favorecida por un peculiar estado de ensoñación, se sitúa por debajo del nivel de pensamiento consciente y aún de la coordinación lógica:

Ideas sin palabras
palabras sin sentido
cadencias que no tienen
ritmo ni compás.
Memorias y deseos
de cosas que no existen.

            Lo que condiciona su poesía no es la reflexión consciente, sino las emociones, “porque la poesía es el sentimiento”.

4 temas básicos en las Rimas:

I-XI: la poesía y el poeta
XII-XIX: el amor en su fase ascendente y esperanzada
XXX-LI: la tristeza y la desilusión
LII-LXXIX: soledad y desesperación.

En el primer grupo, Bécquer toma la idea del poeta vidente, sintonizado con un espíritu del mundo que emana fundamentalmente de Dios (“perfume misterioso de que es vaso el poeta”). El poeta, a pesar de sus deseos, no puede lograr una unidad total con ese espíritu, fuerza que se esconde tras el acto poético, esencial pero indefinible. Así, toda poesía es siempre “esa aspiración melancólica y vaga que agita tu espíritu con el deseo de una perfección imposible”. El amor “es el manantial perenne de toda la poesía” y la mujer, “el verbo poético hecho carne”

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