viernes, 26 de abril de 2013

Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada. Fragmentos para el comentario de texto


Texto 1

Victoria Guzmán, la cocinera, estaba segura de que no había llovido aquel día, ni en todo el mes de febrero. «Al contrario», me dijo cuando vine a verla, poco antes de su muerte. «El sol calentó más temprano que en agosto.» Estaba descuartizando tres conejos para el almuerzo, rodeada de perros acezantes, cuando Santiago Nasar entró en la cocina. «Siempre se levantaba con cara de mala noche», recordaba sin amor Victoria Guzmán. Divina Flor, su hija, que apenas empezaba a florecer, le sirvió a Santiago Nasar un tazón de café cerrero con un chorro de alcohol de caña, como todos los lunes, para ayudarlo a sobrellevar la carga de la noche anterior. La cocina enorme, con el cuchicheo de la lumbre y las gallinas dormidas en las perchas, tenía una respiración sigilosa. Santiago Nasar masticó otra aspirina y se sentó a beber a sorbos lentos el tazón de café, pensando despacio, sin apartar la vista de las dos mujeres que destripaban los conejos en la hornilla. A pesar de la edad, Victoria Guzmán se conservaba entera. La niña, todavía un poco montaraz, parecía sofocada por el ímpetu de sus glándulas. Santiago Nasar la agarró por la muñeca cuando ella iba a recibirle el tazón vacío.
-Ya estás en tiempo de desbravar -le dijo.
Victoria Guzmán le mostró el cuchillo ensangrentado.
-Suéltala, blanco -le ordenó en serio-. De esa agua no beberás mientras yo esté viva.
Había sido seducida por Ibrahim Nasar en la plenitud de la adolescencia. La había amado en secreto varios años en los establos de la hacienda, y la llevó a servir en su casa cuando se le acabó el afecto. Divina Flor, que era hija de un marido más reciente, se sabía destinada a la cama furtiva de Santiago Nasar, y esa idea le causaba una ansiedad prematura. «No ha vuelto a nacer otro hombre como ése», me dijo, gorda y mustia, y rodeada por los hijos de otros amores. «Era idéntico a su padre -le replicó Victoria Guzmán-. Un mierda.» Pero no pudo eludir una rápida ráfaga de espanto al recordar el horror de Santiago Nasar cuando ella arrancó de cuajo las entrañas de un conejo y les tiró a los perros el tripajo humeante.
-No seas bárbara -le dijo él-. Imagínate que fuera un ser humano.

Texto 2

Eran gemelos: Pedro y Pablo Vicario. Tenían 24 años, y se parecían tanto que costaba trabajo distinguirlos. «Eran de catadura espesa pero de buena índole», decía el sumario. Yo, que los conocía desde la escuela primaria, hubiera escrito lo mismo. Esa mañana llevaban todavía los vestidos de paño oscuro de la boda, demasiado gruesos y formales para el Caribe, y tenían el aspecto devastado por tantas horas de mala vida, pero habían cumplido con el deber de afeitarse. Aunque no habían dejado de beber desde la víspera de la parranda, ya no estaban borrachos al cabo de tres días, sino que parecían sonámbulos desvelados. Se habían dormido con las primeras auras del amanecer, después de casi tres horas de espera en la tienda de Clotilde Armenta, y aquél era su primer sueño desde el viernes. Apenas si habían despertado con el primer bramido del buque, pero el instinto los despertó por completo cuando Santiago Nasar salió de su casa. Ambos agarraron entonces el rollo de periódicos, y Pedro Vicario empezó a levantarse.
-Por el amor de Dios -murmuró Clotilde Armenta-. Déjenlo para después, aunque sea por respeto al señor obispo.
«Fue un soplo del Espíritu Santo», repetía ella a menudo. En efecto, había sido una ocurrencia providencial, pero de una virtud momentánea. Al oírla, los gemelos Vicario reflexionaron, y el que se había levantado volvió a sentarse. Ambos siguieron con la mirada a Santiago Nasar cuando empezó a cruzar la plaza. «Lo miraban más bien con lástima», decía Clotilde Armenta. Las niñas de la escuela de monjas atravesaron la plaza en ese momento trotando en desorden con sus uniformes de huérfanas.

ESQUEMA A SEGUIR EN COMENTARIOS CRÍTICOS


1. Introducción
1. 1. Localización
- Periódico / obra en el que aparece.
- Comentar lo que sepamos del autor y el movimiento (o generación) al que pertenece.

1. 2. Caracterización
- Tipo de texto: periodístico o literario. Género narrativo, lírico o dramático.
- Tipos de formas discursivas que aparecen (descripción, narración, diálogo…).

2. Desarrollo
2. 1. Valoración de la materia que trata el texto
- Criterios: originalidad, interés, vigencia, universalidad, tópico.
- ¿Desde qué perspectiva se afronta el texto? ¿Con qué tono?

2. 2. Valoración de la estructura
- Criterios: claridad, eficacia. ¿Cuál es su función,  y su objetivo?

2. 3. Valoración del contenido.
- Textos periodísticos:
- Interpretar, desarrollar con ideas personales las ideas del autor.
- Valorar y desarrollar los argumentos del autor.

- Textos narrativos:
Desarrollar los elementos de la narración (PAET), valorando significado y función.
           
- Textos líricos:
Desarrollar las ideas, metáforas o imágenes del poema, valorando significado y función.

- Textos dramáticos:
Desarrollar los elementos del drama (PDET), valorando su significado y función.

2. 4. Valoración de otros aspectos: tono, registro, estilo, ritmo, etc.

2. 5. Valoración de la eficacia del texto.
¿Qué nos quiere decir? ¿Cuál es su intención? ¿Lo consigue?

2. 6. Opinión personal sobre las ideas y los temas tratados.
Dialogar con el texto, partir de él para confrontar sus ideas con las propias y ofrecer nuestra opinión.
- ¿Estamos de acuerdo con las ideas, con su tesis, con sus argumentos?
- Aportamos nuevos argumentos para corroborar, refutar o matizar las opiniones y argumentos del autor.
- Podemos recordar otras obras que traten ese tema, sean literarias o no.

3. Párrafo de conclusión y cierre.