lunes, 22 de noviembre de 2010

ROMANTICISMO. ESPAÑA. SIGLO XIX (2)


TRIUNFO DE LA BURGUESÍA. TRADICIÓN Y REVOLUCIÓN

En 1839, termina la guerra carlista. Al año siguiente, el vencedor, el general Espartero, líder militar de los progresistas, envía al exilio a la Reina Madre, María Cristina, y se eleva él mismo a la categoría de Regente, ello en nombre de “la inocente niña”, Isabel II.
En 1843, un golpe militar acaba con Espartero, Isabel II es declarada mayor de edad. Gobernará el general Narváez de 1844 a 1854, representante de los conservadores con una nueva constitución, la de 1845.
Narváez representa los intereses de los tradicionalistas, pero también los de una burguesía agresiva y en auge. Se ha iniciado ya el despegue económico. Junto a esto, crece el proletariado y se resiente la agricultura. Las dos Españas (centro y periferia, industrial y agraria), ahondan en su polarización.
1854: sublevación militar de los liberales que durarán en el poder hasta 1863. Esta vez, el pueblo participa activamente en el acontecimiento, creyendo en sus líderes militares, y en Madrid saliendo a la calle para incendiar palacios. La economía sigue su progresión capitalista; y, a su lado, el proletariado industrial (116.000 obreros ya) ya posee una organización capaz de lanzar huelgas reivindicativas, y los campesinos también actúan de forma revolucionaria.
Al nivel de la política establecida y aparte del moderantismo de los liberales en el poder, se distinguen dos grupos más avanzados, el de los progresistas, y el más radical de los demócratas.
1863-1868: años de confusión política en el poder. La economía detiene su avance, se produce un crack financiero en 1866, seguido de una fuerte crisis alimenticia que va en aumento hasta 1868, jalonada por revueltas, saqueos y destrucción de propiedades. Acto seguido, se produce la revolución que expulsa a la reina del país.

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